Actualidad y Comunidad
Llega el Frío: La preocupación por las tarifas de gas y luz
El primer frío intenso del año se ha instalado en la ciudad, y con él, se encienden no solo las estufas, sino también las alarmas en la economía familiar.

Tras los fuertes aumentos tarifarios de los últimos meses, los vecinos y consorcios de Palermo enfrentan el invierno con una enorme preocupación por el impacto que las facturas de gas y electricidad tendrán en sus ya ajustados presupuestos.
El otoño se despide para dar paso a un invierno que se anticipa como uno de los más desafiantes de los últimos años, no solo en lo climático, sino fundamentalmente en lo económico. Esta semana, con la primera irrupción de aire polar y temperaturas que obligaron a desempolvar los abrigos más gruesos, una pregunta comenzó a dominar las conversaciones de los vecinos de Palermo: “¿Cuánto nos va a venir de gas?”. El fantasma de las nuevas tarifas, producto de la quita de subsidios y el sinceramiento de precios impulsado por el Gobierno, recorre los edificios del barrio, generando una atmósfera de incertidumbre y una búsqueda desesperada de estrategias para mitigar un impacto que se sabe será muy fuerte.
La preocupación está más que justificada. Las facturas que llegarán en julio y agosto reflejarán el consumo pleno de la calefacción, pero con valores por kilowatt y por metro cúbico que son varias veces superiores a los del invierno pasado. Para una familia que vive en un departamento de tres o cuatro ambientes, donde la calefacción por losa radiante o por calderas individuales es común, se estima que las boletas de gas podrían multiplicarse por cuatro o cinco, convirtiendo un servicio esencial en un artículo de lujo. “El año pasado usábamos la calefacción sin pensar demasiado. Este año, ya acordamos en casa que la prenderemos solo en horarios puntuales y que andaremos más abrigados adentro. Es la única forma. El costo se volvió prohibitivo”, cuenta un residente de un edificio sobre la avenida Del Libertador.
Este escenario está impulsando un cambio forzado de hábitos. La búsqueda de la eficiencia energética se ha convertido en una prioridad. Los burletes para puertas y ventanas, las cortinas térmicas y los paneles aislantes se han vuelto productos muy demandados en las ferreterías del barrio. Muchos vecinos están optando por sistemas de calefacción alternativos y más localizados, como las estufas eléctricas de bajo consumo o los paneles vitrocerámicos, para evitar encender la calefacción central del departamento. En los consorcios, el debate sobre la calefacción central, un sistema muy común en los edificios más antiguos de Palermo, está a la orden del día. Se discuten los horarios de encendido y la temperatura, en un difícil equilibrio entre el confort y la necesidad de evitar que las expensas se disparen a niveles impagables.
El impacto no se limita a los hogares. Los comercios y, sobre todo, los locales gastronómicos de Palermo, enfrentan el mismo desafío. Mantener un salón grande y vidriado a una temperatura agradable para los clientes implicará un costo operativo altísimo, que inevitablemente presionará sobre los precios de la carta. El invierno de 2025 se presenta como una prueba de fuego para la economía de los vecinos y de las pymes del barrio. La necesidad de calefaccionarse, un derecho básico, se ha convertido en una compleja ecuación financiera que obligará a todos a ajustar sus termostatos y, fundamentalmente, sus bolsillos.
