Vida al Aire Libre y Bienestar
Tardes de picnic en el Rosedal: qué llevar y dónde armar la manta
Cuando el calor afloja y el sol empieza a bajar sobre las copas de los árboles, el Rosedal de Palermo se transforma en uno de los rincones más disfrutables del verano porteño.

Enero trajo consigo una seguidilla de tardes cálidas y agradables que invitaron a salir de casa con una manta bajo el brazo, algo para tomar y ganas de pasarla bien al aire libre. El picnic, en ese contexto, vuelve a tomar protagonismo como un plan simple, accesible y encantador.
Entre rosales en flor, caminos empedrados y fuentes de agua, el Rosedal se convierte en un entorno ideal para desplegar una manta y quedarse un buen rato. Hay sombra suficiente, bancos cerca para quienes no quieren sentarse en el piso y vistas abiertas que permiten encontrar siempre un rincón cómodo para instalarse. Además, la cercanía con otros espacios del parque permite combinar el picnic con una caminata, un paseo en bote o simplemente una siesta bajo los árboles.
Uno de los lugares preferidos por quienes hacen picnic en Palermo es el sector de césped junto al lago, justo frente al Puente Blanco. La vista desde ahí incluye el agua, las barcas pasando y el reflejo de los árboles en movimiento. También se arma ambiente entre la glorieta de las esculturas y la pérgola floral, dos puntos menos transitados pero con sombra generosa y suelo parejo.
En cuanto a qué llevar, las opciones son infinitas. Algunos prefieren mantenerlo simple con frutas frescas, tostados o empanadas, mientras otros se animan a llevar termos con mate o heladeritas con bebidas frías. No faltan quienes arman picadas completas con fiambres, pan casero, quesos, aceitunas y dips, haciendo del picnic una excusa para una mini celebración. Las bolsas reutilizables, vasos térmicos y cubiertos de bambú se volvieron una tendencia entre quienes quieren reducir su impacto ambiental incluso al aire libre.
También es cada vez más común ver a grupos que combinan el picnic con actividades: gente leyendo, parejas jugando al ajedrez, personas con libros de dibujo, parlantes con música suave o chicos en ronda compartiendo cartas o juegos de mesa. El picnic en Palermo no es solo comer en el pasto: es una forma de apropiarse del espacio público desde el disfrute tranquilo.
Para quienes no quieren armar todo desde cero, hay opciones a pasos del parque. Las panaderías sobre Av. Sarmiento, los almacenes saludables de República de la India o las cafeterías de Cerviño ofrecen opciones listas para llevar, desde budines y jugos prensados hasta viandas gourmet. Algunos locales incluso arman combos de picnic con mantel incluido.
La clave está en el horario: entre las 17 y las 20, cuando baja el sol y la luz se vuelve más amable, es cuando el parque se llena de grupos dispersos, mantas de colores y mochilas abiertas. La buena convivencia entre visitantes hace que el ambiente se mantenga relajado, y los espacios verdes suelen mantenerse limpios gracias a una cultura creciente de respeto por el entorno.
Para cerrar el día, nada mejor que quedarse unos minutos más, cuando se encienden las primeras luces y el parque se llena de luciérnagas y grillos. El picnic en el Rosedal no es solo una actividad de verano: es un ritual porteño que, cada enero, vuelve a cobrar vida entre sombra, verde y cosas ricas para compartir.
