Actualidad y Comunidad
A 10 años del primer grito, Palermo volvió a marchar por ‘Ni Una Menos’ en una convocatoria masiva y emotiva

En el décimo aniversario de la histórica primera movilización, el grito “Ni Una Menos” volvió a tomar las calles de Buenos Aires con una fuerza arrolladora. Este martes, una multitudinaria columna marchó hacia el Congreso, y Palermo fue, una vez más, un punto clave de convocatoria y participación, en una jornada que unió el reclamo por justicia con la defensa de los derechos conquistados.
El cielo gris y el frío del otoño no pudieron opacar la contundencia del reclamo. A diez años exactos de aquel 3 de junio de 2015 que marcó un antes y un después en la lucha contra la violencia de género en Argentina, el movimiento feminista volvió a demostrar su extraordinaria capacidad de movilización.
Cientos de miles de personas, en su mayoría mujeres y disidencias de todas las edades, se congregaron en la Plaza de los Dos Congresos en una jornada que fue, a la vez, un homenaje a las víctimas, una celebración de la lucha y una firme advertencia política. Palermo, como barrio con una fuerte impronta de activismo social y una gran población joven y universitaria, fue uno de los principales afluentes de esta marea humana que copó el centro de la ciudad.
Desde las primeras horas de la tarde, la logística del barrio comenzó a sentir el impacto de la convocatoria. Grupos de estudiantes se reunían en las sedes de las facultades cercanas, organizaciones barriales preparaban sus banderas en las plazas, y miles de personas se dirigían hacia las estaciones de subte y las paradas de colectivo.
La Línea D se convirtió en la principal vía de transporte para los manifestantes de la zona, y sus andenes se tiñeron de violeta y verde, los colores que simbolizan la lucha feminista. El ambiente era de una energía particular, una mezcla de la solemnidad del reclamo contra los femicidios con la furia y la resistencia frente a lo que el movimiento considera un intento de retroceso en materia de derechos.
Las consignas de este décimo aniversario estuvieron fuertemente marcadas por la coyuntura. Al grito fundacional de “Ni Una Menos, Vivas Nos Queremos”, se sumaron con fuerza los carteles y cánticos en contra del desfinanciamiento de las políticas de género, la defensa de la Educación Sexual Integral (ESI) y el repudio a los discursos de odio. “Marchamos por las que ya no están, pero también marchamos por las que estamos. Marchamos para que el Estado se haga responsable, para que no haya más recortes en los programas que nos protegen y para que dejen de legitimar la violencia con discursos misóginos desde el poder. A diez años del primer grito, la lucha está más vigente que nunca”, expresaba una socióloga y activista vecina de Palermo.
La transversalidad de la convocatoria fue, una vez más, uno de sus rasgos más potentes. Se podían ver adolescentes que quizás tenían solo cinco o seis años en la primera marcha, caminando junto a sus madres; abuelas con los pañuelos de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo; sindicatos, partidos políticos y, sobre todo, una enorme cantidad de mujeres autoconvocadas.
La marcha del 3J ha trascendido las fronteras del activismo para convertirse en una de las expresiones populares más importantes y masivas de la democracia argentina. El regreso a casa, ya entrada la noche, volvió a mostrar la magnitud del evento, con el transporte público desbordado. Palermo, un barrio que a menudo se asocia con las tendencias más frívolas, demostró una vez más ser un territorio de profundo compromiso social y un actor clave en las grandes luchas de nuestro tiempo.
