El asfalto de Palermo volvió a vibrar con una marea de corredores en los 10K de invierno

En una mañana fría pero soleada, miles de corredores se adueñaron de los Bosques de Palermo para participar de la “Carrera Urbana 10K”, el primer gran evento de running de la temporada de invierno. La competencia reafirmó el estatus del barrio como la capital del running porteño y celebró la pasión por un deporte que une a atletas de elite con aficionados de todas las edades.

El despertador sonó antes del amanecer para miles de personas este domingo. No era por trabajo, sino por pasión. Desde las 7 de la mañana, los alrededores del Planetario comenzaron a teñirse de los colores fluorescentes de las camisetas de running. El motivo: la “Carrera Urbana 10K”, una de las competencias de calle más esperadas del calendario, que marcó el inicio de la temporada de invierno. Con más de 8.000 inscriptos, el evento transformó los Bosques de Palermo en una fiesta del deporte, la vida sana y la camaradería, demostrando una vez más por qué este barrio es el corazón de la cultura runner de Buenos Aires.

El circuito, rápido y pintoresco, es uno de los favoritos de los corredores. La largada, sobre la Avenida Figueroa Alcorta, dio inicio a un recorrido que bordeó el idílico Rosedal, continuó por los bosques pasando por el Lago de Regatas y regresó por la misma avenida hasta el punto de llegada, bajo el arco de los sponsors. La organización dispuso de un operativo logístico impecable, con cortes de tránsito programados, puestos de hidratación cada 2.5 kilómetros y un servicio de asistencia médica para garantizar la seguridad de los participantes. La marea de corredores era un espectáculo en sí misma: desde los atletas de elite que completaron el recorrido en poco más de 30 minutos, hasta los cientos de “running teams” con sus banderas y sus cánticos, pasando por amigos que corrían en grupo y debutantes que enfrentaban su primera carrera de 10 kilómetros con una mezcla de nervios y entusiasmo.

Más allá de la competencia, estos eventos son la cara visible de un fenómeno social que tiene a Palermo como epicentro. Durante toda la semana, y en cualquier horario, los Bosques son el campo de entrenamiento de miles de porteños. Los “running teams” se han multiplicado, ofreciendo no solo un plan de entrenamiento profesional, sino también un espacio de pertenencia y socialización. “Empecé a correr en la pandemia para despejar la cabeza y nunca más paré. Entrenar en grupo te motiva, te exige y, sobre todo, te permite hacer amigos. Correr una carrera como la de hoy es la culminación de meses de esfuerzo, es una fiesta para todos nosotros”, contaba una corredora amateur mientras elongaba después de cruzar la meta.

El impacto de la carrera se extiende a todo el barrio. Los cafés y bares de la zona se vieron colmados desde temprano por corredores que buscaban un desayuno post-competencia para celebrar el logro con sus compañeros. El evento no solo promueve la actividad física, sino que también genera un considerable movimiento económico. La cultura del running ha creado un ecosistema propio, con locales especializados en indumentaria, calzado y accesorios que encuentran en Palermo su principal vidriera. La carrera de hoy no fue solo una competencia por una medalla, fue una celebración del esfuerzo, la superación y el uso del espacio público como un lugar de encuentro saludable. Una vez más, el asfalto de Palermo demostró que está hecho para vibrar al ritmo de miles de zancadas.