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El duatlón de la Ciudad desafió el frío y convocó a miles de atletas en los Bosques
La mañana gris y fría de este domingo no fue un obstáculo para la pasión deportiva. Los Bosques de Palermo fueron el escenario de una nueva y exitosa edición del Duatlón de la Ciudad, una de las pruebas combinadas más importantes del calendario.

Miles de atletas pusieron a prueba su resistencia en un exigente circuito que combinó el pedestrismo y el ciclismo, reafirmando al barrio como la capital del deporte urbano.
El vaho que salía de la boca de los corredores era la prueba de la baja temperatura, pero la energía en el aire era de una calidez contagiosa. Este domingo por la mañana, la zona del Planetario y la Avenida Figueroa Alcorta se transformaron en un estadio a cielo abierto para recibir a los miles de participantes del Duatlón de la Ciudad.
Este evento, que se ha consolidado como un clásico del calendario porteño, convoca a una comunidad de deportistas que buscan ir más allá de una sola disciplina, combinando la resistencia del running con la velocidad y la potencia del ciclismo. Fue una jornada de enorme esfuerzo individual y de gran celebración colectiva.
El desafío de un duatlón, en su formato sprint, consiste en enlazar tres segmentos sin descanso: una primera etapa de 5 kilómetros de carrera a pie, seguida de 20 kilómetros de ciclismo, y un remate final con otros 2.5 kilómetros de pedestrismo. La complejidad de la prueba no solo radica en la exigencia física de cada disciplina, sino fundamentalmente en la transición entre ellas.
El “parque cerrado”, ubicado en la zona de los bosques, era un espectáculo en sí mismo, con miles de bicicletas de competición prolijamente ordenadas en sus racks. La primera transición (T1), del running al ciclismo, es un momento de una intensidad frenética, donde los atletas deben realizar el cambio de calzado y tomar el casco y la bicicleta en el menor tiempo posible.
El circuito de Palermo es ideal para este tipo de pruebas. La primera etapa de pedestrismo se desarrolló por los senderos internos de los parques, un recorrido pintoresco y protegido del viento. La etapa de ciclismo, el corazón de la carrera, se desplegó sobre un circuito cerrado en la ancha y llana Avenida Figueroa Alcorta, permitiendo a los atletas desarrollar altas velocidades y disfrutar de un paisaje urbano inmejorable, pasando junto a monumentos y embajadas. “La parte de la bici es espectacular. Poder pedalear a fondo por Figueroa Alcorta sin autos es una sensación única. Después, bajarse a correr la última parte con las piernas ‘de madera’ es el verdadero desafío, ahí es donde se prueba la cabeza y la garra”, comentaba un participante al cruzar la línea de llegada.
La convocatoria fue, como siempre, muy diversa. En la punta de la carrera, atletas de elite del duatlón y el triatlón compitieron por el podio. Pero el grueso del pelotón estaba compuesto por corredores amateurs, ciclistas que se animaron a probar una nueva experiencia y cientos de miembros de los “running teams” y grupos de entrenamiento que tienen a Palermo como su lugar de práctica habitual. Para ellos, el duatlón es una forma de medir sus progresos, de compartir un objetivo con sus compañeros y de vivir la adrenalina de la competencia.
Una vez más, Palermo se consolidó como el escenario por excelencia para los grandes eventos deportivos masivos. La organización, que implicó cortes de calles, un gran despliegue de seguridad y la colaboración de cientos de voluntarios, demostró la capacidad de la ciudad para albergar competencias de nivel internacional. El Duatlón de la Ciudad fue una verdadera fiesta del deporte, un evento que, a pesar del frío, llenó de calor y color la mañana del domingo palermitano.
