Recorridos y Experiencias
El otoño avanza: El Jardín Botánico, un refugio de ciencia y belleza en el corazón de Palermo
Con la llegada de mayo, el otoño despliega su paleta de colores más intensa. Y no hay mejor lugar en Buenos Aires para apreciar esta transformación que el Jardín Botánico Carlos Thays.

Este tesoro de Palermo, con sus más de siete hectáreas, ofrece un refugio de paz, un museo viviente y un centro de investigación fundamental que invita a ser redescubierto en esta época del año.
En medio de la trama urbana más densa y vibrante de la ciudad, existe un oasis de 70.000 metros cuadrados donde el ritmo lo marca la naturaleza. El Jardín Botánico Carlos Thays, ubicado en el corazón de Palermo, es mucho más que un simple parque; es una institución científica, un monumento histórico nacional y el paseo predilecto de miles de vecinos que buscan una pausa del ruido y el asfalto. Y es en otoño cuando este espacio revela una de sus facetas más bellas y melancólicas, con una explosión de colores ocres, amarillos y rojizos que lo convierten en una visita obligada.
Recorrer sus senderos en esta época del año es una experiencia sensorial única. El aire se vuelve más fresco bajo la sombra de los árboles centenarios, y el suelo se cubre de una alfombra de hojas secas que crujen al caminar. El Jardín está organizado en diferentes sectores que recrean los paisajes de los cinco continentes. El sector de las frondosas de Europa, con sus robles y hayas, es uno de los que mejor refleja el cambio de estación. Sin embargo, la gran estrella del otoño en el Botánico es, sin dudas, el ginkgo biloba. Este árbol de origen chino, considerado un fósil viviente, tiñe sus características hojas en forma de abanico de un amarillo dorado tan intenso y luminoso que parece irreal. Los ejemplares del Jardín son de los más antiguos de la ciudad y atraen a fotógrafos y amantes de la naturaleza que buscan capturar su efímera belleza.
Pero el Jardín Botánico no es solo un deleite para la vista; es un centro de investigación y conservación de primer nivel. Alberga una biblioteca botánica con más de mil libros, un herbario con miles de especies disecadas y un banco de semillas que busca preservar la diversidad genética de la flora regional. Además, cumple un rol educativo fundamental, recibiendo visitas de miles de estudiantes cada año y ofreciendo cursos, talleres y visitas guiadas para el público general. Es un espacio que nos enseña sobre la importancia de la biodiversidad y la necesidad de proteger nuestro patrimonio natural.
Dentro del predio, se encuentran también cinco invernaderos, siendo el principal una imponente estructura de hierro y vidrio de estilo art nouveau que fue premiada en la Exposición Universal de París de 1900. En su interior, se recrean las condiciones de humedad y temperatura necesarias para albergar especies tropicales y subtropicales, ofreciendo un viaje a otro clima sin salir de Palermo. El Jardín también es hogar de una famosa colonia de gatos, cuidados y alimentados por un grupo de voluntarios, que se han convertido en parte del paisaje y en la compañía de muchos de los visitantes habituales.
En un barrio que vive a un ritmo acelerado, el Jardín Botánico es una invitación a la pausa, a la contemplación y al aprendizaje. Es un recordatorio del legado visionario de Carlos Thays, quien diseñó este espacio a fines del siglo XIX, y un testimonio de la importancia de preservar los pulmones verdes en las grandes ciudades. Con la llegada del otoño, sus colores y su atmósfera lo convierten, más que nunca, en el refugio perfecto en el corazón de Palermo.
