Recorridos y Experiencias
Feria de Artesanos en Plaza Serrano: diseño independiente y espíritu barrial

Durante toda la semana del 6 al 12 de febrero, la ya clásica Feria de Artesanos de Plaza Serrano, en pleno corazón de Palermo Soho, ofreció una edición renovada con más de 60 stands que reunieron lo mejor del diseño independiente porteño.
Ubicada en la emblemática intersección de las calles Honduras y Borges, la plaza fue nuevamente un punto de encuentro para vecinas, vecinos y turistas en busca de creatividad, productos únicos y experiencias al aire libre. Desde las primeras horas de la tarde hasta entrada la noche, los visitantes recorrieron carpas repletas de objetos hechos a mano, donde destacaron artículos de cerámica, ilustraciones, textiles, cuadernos, bijouterie y cosmética natural.
La feria no solo fue un espacio para comprar, sino también para conversar con los propios creadores, quienes explicaron técnicas, contaron historias de sus marcas y compartieron sus procesos. La interacción directa entre artesano y comprador generó un clima íntimo, distendido y auténticamente barrial, donde el consumo se volvió una experiencia social y cultural.
Durante el fin de semana, la actividad se extendió hacia los alrededores con presentaciones musicales acústicas en las veredas, intervenciones de artistas callejeros y una nutrida propuesta gastronómica. Los bares que rodean la plaza acompañaron el evento con menús especiales y promociones, transformando la feria en una experiencia multisensorial.
La Feria Honduras es una iniciativa que nació en los años 2000 y desde entonces se transformó en un semillero de diseñadores que luego escalaron a locales propios o tiendas de renombre. Hoy, sigue siendo una plataforma accesible para quienes dan sus primeros pasos en el mundo del diseño artesanal.
En esta edición, la feria también sumó un espacio de talleres abiertos donde los propios feriantes enseñaron técnicas básicas de tejido, encuadernación y serigrafía. Estas actividades atrajeron especialmente a un público joven que no solo consumió, sino que también aprendió y participó activamente del proceso creativo.
Además, como novedad, se instalaron códigos QR en cada puesto para que los visitantes pudieran seguir a los emprendedores en redes sociales o comprar luego desde sus tiendas online. Esta integración entre lo presencial y lo digital fue bien recibida por un público habituado a moverse en ambos mundos.
La propuesta fue acompañada por intervenciones artísticas: en el centro de la plaza se pintó un mural participativo y hubo una instalación efímera hecha con materiales reciclables recolectados por los propios feriantes. El espíritu fue claro: combinar comercio justo, arte urbano y conciencia ambiental en un solo evento.
