Vida al Aire Libre y Bienestar
Running en Palermo: los mejores circuitos para moverse entre lagos, árboles y cultura
La imagen más repetida del verano en Palermo tiene algo de ritual urbano: personas corriendo alrededor del Rosedal, estirando en el pasto al lado del Planetario o atravesando los senderos del Parque Tres de Febrero mientras cae el sol.

Palermo se consolidó hace tiempo como uno de los destinos más valorados por quienes practican running en Buenos Aires. La combinación de árboles, sombra, caminos bien mantenidos, fuentes de agua, y cierta sensación de seguridad, lo volvieron el lugar ideal para sumar kilómetros sin necesidad de alejarse del corazón de la ciudad. Además, es común ver grupos de entrenamiento, entrenadores personales o equipos de running organizando rutinas en conjunto, lo que favorece el espíritu comunitario del ejercicio al aire libre.
Uno de los circuitos más frecuentados es el que rodea el Lago del Rosedal, con una extensión cercana a los 1,6 kilómetros. El recorrido tiene suelo de goma reciclada en varios tramos, lo cual lo hace ideal para proteger las articulaciones y amortiguar el impacto. La vuelta completa permite medir los tiempos y armar rutinas según nivel o tipo de entrenamiento. Es común ver a runners usando aplicaciones de medición de distancia o relojes deportivos para hacer pasadas, fartlek o fondos.
Otro punto fuerte de Palermo es la posibilidad de combinar entrenamientos. Algunos prefieren sumar kilómetros sobre el Boulevard Cerviño y luego conectar con el entorno del Planetario Galileo Galilei, donde los caminos se vuelven más anchos y permiten tramos de velocidad o trote más relajado. También es habitual cruzar por debajo del puente de Figueroa Alcorta y tomar la subida hacia el Jardín Japonés, generando un mini desnivel para quienes quieren trabajar resistencia o fuerza.
El Parque Olímpico de Palermo, aunque menos conocido, también ofrece una opción interesante para quienes buscan entrenar con menos tránsito de gente. Y para quienes combinan running con ejercicios funcionales, varias de las estaciones saludables distribuidas por el barrio tienen bancos, barras y estructuras que permiten complementar los trabajos aeróbicos con fuerza o movilidad.
Los fines de semana, la zona de los lagos se convierte casi en una pista espontánea de runners. Las bicisendas que cruzan el barrio, junto a las calles cerradas al tránsito por la iniciativa “Calles de Domingo”, facilitan circuitos más largos. Muchos corredores aprovechan esas condiciones para armar fondos de 10 o más kilómetros que recorren Palermo desde el Zoológico hasta el Monumento a los Españoles.
La comunidad running también crece en redes. Es común ver historias de Instagram marcando rutas, posteos de grupos con cronogramas semanales o reels con tips para correr mejor en verano. La hidratación, el uso de ropa liviana y las rutinas de elongación se volvieron temas frecuentes entre quienes hacen del running un hábito constante.
Palermo, con sus árboles y su ritmo propio, sigue siendo un oasis para quienes corren en la ciudad. No se trata solo de ejercicio: es una forma de vivir el espacio público, de apropiarse del barrio desde el cuerpo en movimiento. Y enero fue, una vez más, el mes donde todo eso volvió a ponerse en marcha.
