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24 de Marzo: La memoria viva en las calles de Palermo, un barrio atravesado por la historia

En el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, un recorrido por Palermo permite descubrir las huellas que la última dictadura cívico-militar dejó en el barrio. Baldosas conmemorativas, centros clandestinos reconvertidos y la historia de sus vecinos desaparecidos nos recuerdan que, incluso en el corazón del Palermo más moderno, el ejercicio de la memoria sigue siendo un imperativo.
El 24 de marzo no es un feriado más. Es una jornada de profunda reflexión, de homenaje y de reclamo. Es el día en que Argentina recuerda el inicio de la dictadura más sangrienta de su historia y reivindica la lucha de los organismos de derechos humanos. Si bien la gran manifestación se concentra en la Plaza de Mayo, el ejercicio de la memoria se extiende por cada rincón de la ciudad. Y Palermo, un barrio a menudo asociado con el ocio y las tendencias, también tiene sus propias cicatrices, sus propias historias y sus propios espacios que nos interpelan y nos invitan a no olvidar.
Un recorrido atento por el barrio permite encontrar estas marcas. La más visible y conmovedora son las baldosas por la memoria. Estas pequeñas placas de cerámica, colocadas en las veredas por organizaciones barriales y familiares, señalan el lugar donde vivía, trabajaba o fue secuestrada una persona desaparecida durante la dictadura. Hay decenas de ellas en Palermo. Cada baldosa lleva un nombre, una fecha y una historia truncada. Detenerse a leerlas es un ejercicio poderoso: transforma un edificio anónimo en un lugar con memoria, nos recuerda que detrás de la cifra de 30.000 desaparecidos hubo vidas concretas, vecinos de nuestro propio barrio.
Palermo también albergó centros clandestinos de detención. Uno de los más emblemáticos fue el que funcionó en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), hoy reconvertido en el Espacio para la Memoria y para la Promoción y Defensa de los Derechos Humanos. Si bien se encuentra en el límite del barrio, su influencia y su historia irradian sobre toda la zona. Visitar este espacio, recorrer el antiguo casino de oficiales donde miles de personas estuvieron secuestradas y fueron torturadas, es una experiencia sobrecogedora y fundamental para comprender la dimensión del terrorismo de Estado.
Además de los sitios específicos, la memoria también reside en las historias de vida. Palermo fue el hogar de numerosos estudiantes, militantes, artistas e intelectuales que fueron víctimas de la represión. Las facultades de la Universidad de Buenos Aires cercanas al barrio, como la de Arquitectura, Diseño y Urbanismo, tienen placas que recuerdan a sus alumnos y profesores desaparecidos. La historia de la dictadura no es algo ajeno o lejano; es parte de la trama íntima de la vida del barrio.
En un día como hoy, en un barrio que a veces parece vivir en un presente perpetuo, enfocado en la última tendencia o en el nuevo restaurante de moda, la tarea de recordar adquiere un significado especial. Es un acto de resistencia contra el olvido y la banalización. Es entender que la vibrante vida cultural y la libertad que hoy se disfrutan en las calles de Palermo se construyeron sobre las bases de una larga y dolorosa lucha. Recorrer el barrio con una mirada atenta a estas huellas es la mejor forma de honrar la memoria de las víctimas y de reafirmar el compromiso con el “Nunca Más”.
