Cultura y Comunidad
La Feria del Libro entra en su recta final con récord de público

A pocas horas de cerrar sus puertas, la sensación en los pasillos de La Rural es unánime: la 48° Feria del Libro ha sido un éxito extraordinario. Las cifras oficiales de la Fundación El Libro confirmaron que la barrera del millón de visitantes se superó hace días, y la marea de gente que colmó el predio este último fin de semana no hizo más que ratificar el idilio del público con el evento literario más importante de la región. En un contexto económico marcado por la recesión y la caída del consumo, esta masividad se lee como un acto de resistencia cultural y tiene un impacto directo y cuantificable en Palermo, el barrio anfitrión que vio su ritmo y su economía revolucionados durante casi tres semanas.
Este último fin de semana fue la culminación del fenómeno. Largas filas en los accesos de Avenida Sarmiento y Plaza Italia, pasillos abarrotados y una efervescencia constante en los stands de las editoriales marcaron la pauta. El paro general del jueves pareció potenciar las ganas de la gente de salir durante el fin de semana, y la Feria fue el destino elegido por excelencia. Las charlas de autores como Claudia Piñeiro o Eduardo Sacheri convocaron a multitudes, al igual que las firmas de libros de figuras del mundo “booktoker”, que atrajeron a un público muy joven. Este cruce generacional es una de las claves del éxito sostenido de la Feria: logra interpelar a lectores de todas las edades e intereses.
Para Palermo, el efecto ha sido inmenso. El sector gastronómico de las zonas aledañas vivió una temporada alta inesperada en pleno otoño. Los restaurantes y bares sobre las avenidas Cerviño, Libertador y las calles del polo de Palermo Hollywood trabajaron a capacidad completa, especialmente en los turnos del mediodía y la tarde. “Tuvimos que reforzar el personal los tres fines de semana. La feria nos trae un público que quizás no es el habitual del barrio, pero que consume y mucho”, señaló el gerente de un conocido restaurante de la zona. El desafío logístico también fue notable, con el estacionamiento en las calles aledañas convertido en una misión casi imposible y un flujo constante de taxis y vehículos de aplicaciones en los alrededores del predio.
Desde el punto de vista comercial, las editoriales hacen un balance sorprendentemente positivo. Si bien reconocen que el ticket promedio pudo haber bajado (la gente quizás compró uno o dos libros en lugar de tres o cuatro), la cantidad de transacciones fue altísima. Las promociones bancarias y los descuentos propios de las editoriales fueron un incentivo clave. El evento funcionó como una gran vidriera que traccionó ventas y, para muchos sellos independientes, representa una porción fundamental de su facturación anual. Al caer el sol este domingo, y mientras los últimos visitantes apuran sus compras, Palermo comienza a despedirse de su rol como capital literaria. Queda el balance de un evento que no solo alimentó el espíritu, sino que también inyectó una dosis vital de energía económica y cultural en el corazón del barrio, demostrando que, incluso en tiempos difíciles, la apuesta por la cultura es una apuesta ganadora.
