Actualidad y Comunidad
Correr en verano: El desafío de los ‘Runners’ para vencer al calor y la humedad

El sol, el calor y la humedad transforman por completo la rutina de los miles de corredores que tienen a Palermo como su circuito de entrenamiento. Adaptar los horarios, cambiar las rutas y extremar los cuidados de hidratación se vuelven claves para poder mantener la pasión por correr sin poner en riesgo la salud durante los meses más duros del año.
Para la inmensa comunidad de “runners” de Palermo, el verano es una prueba de amor por su deporte. El placer de correr al aire libre se enfrenta al desafío de un clima que puede ser implacable. Las altas temperaturas y la elevada humedad del verano porteño obligan a una reconfiguración total de la rutina de entrenamiento. Ya no se trata solo de la distancia o la velocidad, sino de una planificación estratégica para poder seguir sumando kilómetros de forma segura y saludable. Los parques y avenidas del barrio siguen siendo su pista, pero las reglas del juego cambian por completo.
El principal cambio es el horario. El amanecer y el anochecer se convierten en los dos únicos momentos viables para entrenar. A partir de las 6 de la mañana, cuando la ciudad aún está desperezándose, ya se puede ver a los corredores más madrugadores en los Bosques de Palermo, aprovechando las horas de mayor frescura. “En verano, o corrés a las 6 de la mañana o a las 9 de la noche. No hay otra opción. Correr al mediodía es una locura, es peligroso para la salud. Requiere un esfuerzo extra levantarse tan temprano, pero la recompensa de correr con una temperatura agradable lo vale”, comparte un corredor experimentado mientras elonga cerca del lago. El otro turno es el nocturno, donde los corredores, equipados con luces y ropa reflectiva, se adueñan de las ciclovías y los circuitos iluminados del parque.
La hidratación pasa a ser el elemento más crítico del entrenamiento. Los corredores experimentados ya no salen sin su propia botella de agua o su cinturón con pequeñas caramañolas. Los bebederos públicos de los parques se vuelven puntos estratégicos de reabastecimiento. Los entrenadores de los “running teams” que operan en el barrio hacen un hincapié constante en la importancia de beber agua antes, durante y después de correr para evitar la deshidratación y los golpes de calor, que son el principal riesgo del verano.
La elección del recorrido también se vuelve estratégica. Se buscan los circuitos más arbolados, aquellos que ofrecen tramos de sombra que permitan un respiro del sol. Los senderos internos de los Bosques de Palermo ganan popularidad por sobre las avenidas abiertas como Figueroa Alcorta. La indumentaria también cambia: se imponen las remeras técnicas de colores claros, que repelen el calor y evaporan la transpiración, junto con las gorras y las gafas de sol.
Entrenar en estas condiciones extremas forja un carácter especial en la comunidad runner. Se genera una camaradería particular entre los que comparten el esfuerzo del madrugón o la corrida nocturna. Es un guiño de complicidad, un reconocimiento mutuo del sacrificio que implica mantener la pasión viva en las condiciones más adversas. Es la prueba de que, para los miles de corredores que han hecho de Palermo su hogar deportivo, no hay ola de calor que pueda frenar las ganas de seguir sumando kilómetros.
