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La fiebre de la ‘Vuelta al Cole’ desborda las librerías y comercios de Palermo

Es la última semana completa antes del inicio de las clases y la carrera por los útiles escolares ha alcanzado su punto máximo. Las librerías y supermercados de Palermo están desbordados por una multitud de padres que, lista en mano, buscan completar los pedidos de los colegios en una maratón de compras que combina estrés, nostalgia y un fuerte impacto en el bolsillo.
El olor a papel nuevo, a goma de borrar y a forros de colores invade los comercios de Palermo. La campaña de la “Vuelta al Cole”, que había comenzado tímidamente en enero, ha entrado en su fase más frenética. Con el inicio del ciclo lectivo a la vuelta de la esquina, miles de familias se han lanzado a la calle para realizar una de las compras más importantes y complejas del año. Las librerías tradicionales del barrio y las grandes cadenas de supermercados son el epicentro de esta peregrinación, en la que los padres deben hacer malabares para conseguir cada ítem de las extensas listas escolares sin descuidar el presupuesto.
La experiencia de comprar los útiles es un ritual que mezcla la nostalgia con el estrés. Para muchos padres, es un momento que los conecta con su propia infancia, al reencontrarse con marcas y productos que los acompañaron en su etapa escolar. Sin embargo, la tarea puede ser abrumadora. Las listas que entregan los colegios son cada vez más específicas, detallando no solo el tipo de cuaderno, sino también la marca, el color y el gramaje de las hojas. “Es una locura. Te piden un lápiz de una marca específica y un cuaderno de un color que no se consigue en ningún lado. Terminas recorriendo tres o cuatro librerías para completar una sola lista. Es agotador”, se queja una madre en un local de la Avenida Santa Fe.
El factor económico es, por supuesto, el gran condicionante. La “canasta escolar” ha sufrido fuertes aumentos en el último año, y completar la lista para uno o más hijos representa un esfuerzo económico muy significativo para la mayoría de las familias. Por eso, la búsqueda de precios y promociones es exhaustiva. Los padres comparan los precios de los supermercados con los de las librerías de barrio, y están muy atentos a los descuentos que ofrecen las tarjetas de crédito y las billeteras virtuales.
“Primero recorro y anoto precios. Después vuelvo y compro donde me conviene más. Y si puedo pagar en cuotas, mejor. No queda otra”, explica un padre mientras compara dos modelos de mochilas.
Las mochilas y las cartucheras, especialmente las que llevan los personajes de moda de la televisión o los videojuegos, son los artículos más caros y los que generan la mayor tensión entre el deseo de los chicos y las posibilidades de los padres. Para los comerciantes, estas semanas son de una actividad incesante. “Es nuestro mes más fuerte, incluso más que Navidad. Contratamos personal de refuerzo y trabajamos a un ritmo increíble. Es un desafío, pero es lo que nos sostiene gran parte del año”, afirma el dueño de una librería de la zona. En medio del caos, las filas y la comparación de precios, se está gestando el inicio de un nuevo año escolar, un ciclo que, como cada año, comienza con el ritual de forrar los cuadernos y ponerle el nombre a cada lápiz.
