Actualidad y Comunidad
Manos a la obra y corazón en la sala: Palermo homenajea a sus jardines de infantes en su día
Cada 28 de mayo se celebra el Día de los Jardines de Infantes y de las Maestras y Maestros Jardineros, en memoria de la educadora Rosario Vera Peñaloza.

La fecha, que se vive con especial alegría en las instituciones del barrio, es una oportunidad para valorar el rol fundamental que cumple la educación inicial en el desarrollo de los más chicos y para reconocer la inmensa vocación de sus docentes.
En las calles de Palermo, entre el ruido del tránsito y la vorágine de la vida adulta, existen pequeños universos donde el tiempo transcurre a otro ritmo. Son los jardines de infantes, espacios de guardapolvos a cuadros, paredes de colores, canciones y juegos, donde se sientan las bases más importantes del futuro.
Este miércoles 28 de mayo, la ciudad celebra su día, una jornada para homenajear a estas instituciones y, muy especialmente, a las maestras y maestros que dedican su vida a la primera infancia. En un barrio como Palermo, con una vasta y diversa oferta de jardines, tanto públicos como privados, esta celebración pone de relieve la importancia crucial de una etapa educativa que es mucho más que un simple “preescolar”.
La educación inicial es el primer y más decisivo contacto que un niño tiene con el aprendizaje formal y la socialización fuera del núcleo familiar. Es en estas salas donde aprenden a compartir, a respetar turnos, a resolver conflictos, a expresar sus emociones y a desarrollar su autonomía. A través del juego, que es la principal herramienta pedagógica de esta etapa, los chicos exploran el mundo, desarrollan su motricidad, su lenguaje y su pensamiento lógico-matemático. “La gente a veces piensa que en el jardín los chicos solo vienen a jugar, y es verdad, pero el juego es la forma más seria y profunda que tienen de aprender. Cada actividad, cada rincón de la sala, está pensado con un objetivo pedagógico claro”, explica la directora de una escuela infantil de gestión estatal del barrio.
El paisaje educativo de Palermo en este nivel es un mosaico de propuestas. Por un lado, están las escuelas infantiles y los jardines de infantes de la red pública de la Ciudad, que cumplen un rol social fundamental, garantizando el acceso a una educación de calidad y a la igualdad de oportunidades desde los 45 días de vida. Por otro lado, existe una enorme variedad de instituciones privadas, muchas de las cuales ofrecen proyectos pedagógicos específicos, como los basados en las filosofías Montessori o Waldorf, o propuestas bilingües que inician a los niños en un segundo idioma desde muy pequeños. Esta diversidad permite a las familias del barrio elegir el proyecto que mejor se adapte a sus convicciones y a las necesidades de sus hijos.
Pero el corazón de cualquier jardín es, sin dudas, su equipo docente. Ser maestra o maestro jardinero requiere de una combinación única de paciencia, creatividad, calidez afectiva y una sólida formación profesional. Son ellos quienes reciben los llantos de la adaptación, quienes secan las lágrimas de una caída, quienes celebran con euforia cada pequeño logro y quienes diseñan las actividades que despertarán la curiosidad y el amor por el conocimiento en los más chicos. Es una tarea de una enorme responsabilidad y de un desgaste emocional considerable, que no siempre es reconocida y valorada en su justa medida. En su día, el homenaje de la comunidad de Palermo es para ellos, los que construyen los cimientos, los que con sus manos y su corazón, moldean el futuro en las pequeñas salas del barrio.
