Actualidad y Comunidad
Alquilar en Palermo, una misión imposible para los jóvenes

La desregulación del mercado de alquileres ha profundizado una tendencia que preocupa en Palermo: la expulsión de sus residentes más jóvenes. Con una oferta casi totalmente dolarizada y condiciones contractuales que impiden la planificación a largo plazo, estudiantes y jóvenes profesionales se ven forzados a buscar nuevos horizontes en barrios aledaños.
La historia se repite en cada vez más grupos de amigos y charlas de café. Es la historia del joven profesional o estudiante que, tras años de vivir en Palermo y considerarlo su hogar, se enfrenta al fin de su contrato de alquiler y a una realidad lapidaria: no puede seguir viviendo en el barrio. Lo que antes era una aspiración accesible para una porción considerable de la clase media joven, hoy se ha convertido en una quimera. La combinación de la derogación de la Ley de Alquileres, la inflación y la dolarización de facto del mercado ha creado una barrera de entrada casi infranqueable, acelerando un proceso de gentrificación y exclusividad que está cambiando el perfil social del barrio más dinámico de Buenos Aires.
El principal factor de esta expulsión silenciosa es la dolarización de la oferta. Un recorrido por los principales portales inmobiliarios muestra que más del 90% de los departamentos en alquiler en zonas como Palermo Soho, Hollywood o Las Cañitas están publicados en dólares. Esto automáticamente deja fuera de juego a la inmensa mayoría de los jóvenes cuyos ingresos son en pesos. Los pocos inmuebles que se ofrecen en moneda local suelen estar en los márgenes del barrio, en edificios más antiguos o son tan disputados que se alquilan en cuestión de horas. “Busco para renovar desde hace dos meses. Gano un sueldo que considero bueno, pero es en pesos. Los dueños no solo piden el alquiler en dólares, sino también el depósito. Es inviable”, cuenta una joven diseñadora que deberá dejar su departamento cerca de Plaza Armenia.
A la dolarización se suman las nuevas condiciones contractuales. Los contratos, ahora de dos años como máximo, suelen incluir cláusulas de ajuste trimestral o cuatrimestral basadas en el Índice de Precios al Consumidor (IPC). Esta modalidad, si bien refleja la inflación, impide cualquier tipo de previsibilidad. El inquilino vive en un estado de incertidumbre permanente, sin saber cuánto pagará de alquiler en los próximos meses, lo que dinamita cualquier intento de planificación financiera. La estabilidad que ofrecía el antiguo ajuste anual, aunque imperfecta, ha desaparecido por completo.
Este fenómeno está teniendo consecuencias sociales y urbanas visibles. Se observa una migración de la población joven desde Palermo hacia barrios vecinos que hasta hace poco eran considerados “la siguiente frontera” y que hoy son el presente. Barrios como Villa Crespo, Chacarita y Colegiales están absorbiendo esta demanda, y con ella, parte de la vibración cultural y comercial que caracterizaba a Palermo. Nuevos cafés de especialidad, bares y locales de diseño comienzan a florecer en estas zonas, siguiendo a su público.
Palermo corre el riesgo de convertirse en un barrio “dormitorio” para un segmento de alto poder adquisitivo y en un polo de entretenimiento para visitantes, perdiendo la diversidad y la energía de sus residentes jóvenes que le dieron gran parte de su identidad. La libertad de mercado ha chocado con la realidad de los ingresos en pesos, y el resultado es un barrio cada vez más exclusivo y menos accesible para quienes no juegan en la economía del dólar.
