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Bicicletas de delivery en veredas: vecinos reclaman por la invasión del espacio peatonal

Palermo es uno de los barrios más transitados de Buenos Aires, especialmente en las zonas gastronómicas como Palermo Soho y Hollywood. Con el auge de las apps de reparto y el crecimiento sostenido de la oferta de bares, restaurantes y cafeterías, también aumentaron los conflictos entre peatones y repartidores en bicicleta. El principal punto de fricción: el uso de las veredas para circular, frenar o esperar pedidos.
Vecinos de calles como Armenia, Gurruchaga, Thames y Honduras vienen expresando su malestar por la circulación constante de bicicletas sobre veredas angostas y muchas veces sin rampas. “No tenés lugar para caminar. Entre las mesas en la calle, las bicis y los carteles, es un slalom. Y a veces se te vienen encima sin frenar”, comentó Esteban, que vive a una cuadra de Plaza Serrano.
Los repartidores, por su parte, explican que el tránsito, la falta de bicisendas continuas y la presión por cumplir tiempos de entrega los obliga a recurrir a las veredas. “Si me meto por la calle, me llevan puesto. Hay colectivos, autos estacionados en doble fila y ciclovías que desaparecen. Y si tardo, me bajan puntos”, explicó Mauro, delivery de una aplicación.
En las redes sociales, algunos vecinos comenzaron a compartir imágenes y videos mostrando situaciones peligrosas: bicicletas zigzagueando entre personas mayores, repartidores circulando a contramano o frenando bruscamente frente a puertas. Las publicaciones generaron respuestas cruzadas entre quienes defienden a los trabajadores de apps y quienes priorizan la seguridad peatonal.
Desde la Comuna 14 confirmaron que recibieron varias denuncias y que están evaluando medidas para mejorar la convivencia en la vía pública. Entre las posibles acciones se mencionan campañas de concientización, operativos de control en horarios pico y reuniones con representantes de las principales empresas de reparto.
La tensión refleja un problema más amplio: la falta de infraestructura adaptada al crecimiento del comercio a cielo abierto y la demanda de reparto exprés. En Palermo, donde las veredas ya compiten con decks gastronómicos, bicicleteros, árboles, motos y peatones, el espacio se volvió escaso y la fricción, inevitable.
Algunas asociaciones barriales propusieron crear zonas de espera exclusivas para repartidores, similares a las paradas de taxi, donde puedan detenerse sin bloquear el paso ni subirse a la vereda. También reclaman que las apps se responsabilicen por las condiciones laborales y de seguridad de sus trabajadores, que en muchos casos asumen riesgos sin respaldo.
Una problemática paralela es la falta de estaciones de carga o descanso específicas para repartidores, lo que los obliga a improvisar espacios en las esquinas, cordones y entradas de locales. Muchos afirman que no cuentan con baños disponibles, acceso a agua potable ni lugares donde esperar sin interferir con el paso de los vecinos. “Terminás esperando en cualquier lado, y encima te miran mal. Pero no tenemos dónde ir”, cuenta Nicolás, que trabaja en bici desde hace cuatro años.
El conflicto se hace más visible durante las noches de jueves a domingo, cuando el movimiento gastronómico en Palermo explota y las calles del polo comercial se llenan de gente. Las veredas, diseñadas para un volumen de circulación mucho menor, no dan abasto y se vuelven puntos de tensión constante entre quienes caminan, quienes trabajan y quienes consumen. Los peatones denuncian que deben bajar a la calle para avanzar, y los deliverys argumentan que si no suben a la vereda, no llegan.
A esta situación se suma la falta de fiscalización efectiva. Si bien existen normativas que prohíben circular en bicicleta por veredas cuando hay riesgo para los peatones, los controles son casi inexistentes. En muchos casos, las bicicletas esquivan los controles al no tener patente visible ni una empresa claramente identificable. Esto genera una sensación de impunidad, tanto para los vecinos como para quienes deben cumplir las normas.
Desde organizaciones que promueven la movilidad sustentable advierten que el conflicto es consecuencia de una mala planificación urbana y de una demanda de logística inmediata que excede los marcos tradicionales. “No se trata de enfrentar a trabajadores con vecinos. Hay que generar condiciones para que todos puedan moverse de forma segura y respetuosa”, señalaron desde una ONG que promueve la movilidad urbana sostenible.
En paralelo, algunos comerciantes gastronómicos también manifestaron preocupación, ya que la presencia constante de bicicletas en veredas y entradas puede afectar la experiencia de sus clientes. “No es lo mismo una mesa tranquila a la calle que tener bicicletas pasando al lado cada dos minutos. Genera estrés y es peligroso si hay chicos o gente mayor”, señaló el encargado de una cervecería de la calle El Salvador.
El debate está abierto. Palermo combina vida nocturna, gastronomía, turismo y residencia como pocos barrios en la ciudad. Pero ese éxito también exige soluciones creativas, infraestructura pensada para el uso real del espacio y políticas que incluyan a todos los actores. Porque caminar, pedalear y trabajar en la ciudad no debería ser una carrera de obstáculos.
