Con la rosca y los regalos, ‘Reyes’ le puso el broche de oro a la temporada de fiestas

La magia de las fiestas tuvo su último capítulo este lunes con la celebración del Día de Reyes. La jornada estuvo marcada por una corrida final a las jugueterías y, sobre todo, por el cumplimiento de una de las tradiciones gastronómicas más queridas: las largas filas en las panaderías de Palermo para comprar la clásica Rosca de Reyes y cerrar oficialmente el ciclo festivo.

El maratón de celebraciones de fin de año llegó a su fin. Este 6 de enero, Día de los Reyes Magos, funcionó como el epílogo de una temporada que comenzó con el armado del arbolito un mes atrás. En Palermo, la jornada tuvo dos velocidades bien marcadas. Por un lado, la de los padres y abuelos que salieron a la caza del último regalo, generando un sorprendente repunte de actividad comercial. Por otro, la de las familias que se congregaron para la merienda, el momento sagrado para cortar y compartir la tradicional Rosca de Reyes. Fue una jornada que mezcló el apuro de las compras con la calma de un ritual que se transmite de generación en generación, poniendo un broche de oro dulce y definitivo a las fiestas.

La mañana del lunes, las jugueterías del barrio vivieron un “segundo tiempo” inesperado. Si bien la mayor parte del presupuesto para regalos se había gastado en Navidad, la tradición de que los Reyes Magos dejen un presente para los más chicos se mantiene vigente. A diferencia de las compras navideñas, las de Reyes suelen ser más acotadas y simbólicas: un juego de mesa, un libro, una figura de acción o una muñeca. Los locales de la Avenida Scalabrini Ortiz y los pasillos de los shoppings vieron un movimiento considerable, principalmente de abuelos que son, en muchos casos, los grandes sostenedores de esta tradición. “La venta de Reyes es más tranquila, pero es constante. Es un regalo más chico, un detalle. Ayuda a liquidar el stock que quedó de Navidad y a arrancar el año con un poco más de movimiento”, explicaba el vendedor de una juguetería.

Pero el verdadero protagonista del día fue, sin dudas, la Rosca de Reyes. Desde el fin de semana, las panaderías y confiterías de Palermo comenzaron a exhibir en sus vidrieras estas tentadoras roscas de masa dulce, decoradas con crema pastelera, cerezas e higos confitados. La calidad y el prestigio de la rosca son un motivo de orgullo para las panaderías artesanales, y los vecinos del barrio tienen sus locales favoritos, a los que les guardan una fidelidad inquebrantable. Durante todo el lunes, se pudieron ver largas filas en las puertas de las confiterías más emblemáticas, con gente esperando pacientemente para llevarse a casa su rosca, ya sea la versión clásica o las más modernas, rellenas con dulce de leche o crema.

Este ritual gastronómico esconde también una historia y un juego. La tradición dicta que en el interior de la masa se esconda una pequeña sorpresa, un muñequito o una figura de cerámica. Quien la encuentra en su porción, se convierte en el “rey” o la “reina” de la celebración y, según la costumbre, es el encargado de invitar la rosca del año siguiente. Con el corte de la última porción de rosca y el guardado de los adornos del árbol de Navidad hasta el próximo diciembre, se cierra formalmente el ciclo de las fiestas. Palermo recupera ahora su ritmo de verano, más pausado y relajado, dejando atrás la vorágine de diciembre y con la mirada puesta en el largo y caluroso mes que tiene por delante.