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Cultura BAFICI calienta motores: Palermo se prepara para ser la capital del Cine Independiente

Se encendió la luz del proyector. El Gobierno de la Ciudad y el Ministerio de Cultura anunciaron las fechas y los primeros detalles de la 26ª edición del Buenos Aires Festival Internacional de Cine Independiente (BAFICI). El evento, una de las citas cinematográficas más importantes de Latinoamérica, se desplegará en la segunda quincena de abril, y Palermo, con su circuito de salas y su vibrante vida cultural, se alista para ser, una vez más, el corazón del festival.
El otoño en Buenos Aires tiene, desde hace más de dos décadas, un sinónimo para los amantes del cine: BAFICI. Y la espera ha terminado.
Este lunes, la organización del festival dio a conocer las fechas oficiales de su edición 2025, que se celebrará del 17 al 28 de abril, junto con un adelanto de su programación y sus sedes principales. La noticia generó una inmediata ola de expectativa entre los cinéfilos, y confirmó que Palermo volverá a ser el territorio neurálgico donde transcurrirá la magia del cine independiente. Durante doce días, el barrio se transformará en un punto de encuentro para directores, actores, críticos y miles de espectadores que se sumergirán en una maratón de películas que difícilmente llegarán al circuito comercial.
El festival mantendrá su estructura multicéntrica, pero con un claro epicentro en el corredor cultural de Palermo y sus alrededores. Las salas del complejo Cinépolis de la calle Beruti se perfilan nuevamente como el “headquarter” del evento, donde se proyectarán las películas de las competencias principales y se realizarán las funciones de prensa. A este núcleo se sumará una red de espacios que son fundamentales para la identidad del BAFICI: el Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (MALBA), con sus ciclos de cine de autor; el Centro Cultural San Martín, y diversas salas independientes que forman parte del ADN del barrio y de zonas aledañas como Villa Crespo. Esta capilaridad permite que el festival se integre orgánicamente en la vida de la ciudad, invitando a los espectadores a un recorrido que es también un paseo urbano.
Asistir al BAFICI es una experiencia que trasciende la simple visualización de una película. Es un ritual. Durante esos doce días, Palermo se llena de una tribu urbana fácilmente reconocible: jóvenes estudiantes de cine, críticos con sus acreditaciones colgando, directores extranjeros descubriendo la ciudad y un público apasionado que corre de una sala a otra con el catálogo del festival en la mano, marcando las películas imperdibles. Los cafés y bares de la zona se convierten en improvisadas salas de debate, donde se discute acaloradamente sobre la última película coreana, el documental más polémico o la ópera prima de un nuevo director argentino.
“En la época del BAFICI, el ambiente del bar cambia. Escuchas conversaciones sobre cine en todas las mesas. Viene gente de todo el mundo. Es un público muy interesante y respetuoso. Para nosotros, es una de las mejores épocas del año”, comenta el encargado de un café notable cercano a las sedes.
El impacto del festival en la economía del barrio es considerable. La afluencia de público, tanto local como internacional, genera un aumento significativo en el consumo gastronómico. Además, las librerías ven un incremento en la venta de libros sobre cine y las tiendas de diseño se benefician del flujo de un público con intereses culturales afines. Pero el mayor valor es el simbólico.
El BAFICI refuerza la marca de Palermo como un barrio ligado a la cultura, la vanguardia y la creatividad. Es un evento que aporta una densidad intelectual que equilibra su perfil más comercial y festivo. Mientras la programación completa se devela en los próximos días, la ciudad y, en especial, el barrio de Palermo, ya se preparan para sumergirse en la oscuridad de las salas y dejarse iluminar por las historias que el mejor cine del mundo tiene para contar.
