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Día de las Infancias: Palermo se convirtió en un gran festejo con Parques llenos

Llegó el día más esperado por los chicos y Palermo fue el escenario de una celebración masiva. A pesar del contexto económico, miles de familias salieron a festejar, colmando los parques, restaurantes y centros comerciales del barrio. La jornada se vivió con una intensa actividad comercial y se consolidó como una bocanada de aire fresco para el sector minorista.
Este domingo, Palermo cambió su habitual calma dominical por un bullicio festivo y familiar. El Día de las Infancias se celebró con una energía que pareció desafiar cualquier pronóstico de retracción. Desde temprano, los espacios verdes del barrio, como los Bosques de Palermo y el Parque Las Heras, se vieron colmados de niños estrenando bicicletas, pelotas y monopatines, mientras sus padres compartían rondas de mate bajo el sol de invierno. La jornada fue una clara demostración de que, más allá de las dificultades económicas, la tradición de agasajar a los más chicos sigue siendo una prioridad para las familias argentinas.
La actividad comercial, que había comenzado a calentarse durante la semana, alcanzó su punto máximo entre el sábado y la mañana del domingo. Las jugueterías del barrio vivieron escenas de un frenesí de compras de último momento, con padres y abuelos buscando el regalo prometido. Los juguetes más demandados fueron aquellos vinculados a los personajes de las series y películas del momento, así como los bloques de construcción y los juegos de mesa, que siguen vigentes como una opción para unir a la familia. “Fue una semana excelente, superó nuestras expectativas. El sábado fue el día más fuerte, la gente salió a comprar en masa. Se notó que buscaron mucho precio, pero nadie se fue con las manos vacías”, comentó con alivio la vendedora de un local sobre la calle Malabia.
Más allá de las jugueterías, el festejo se extendió a todo el ecosistema comercial de Palermo. Los locales de indumentaria y calzado infantil tuvieron una gran performance, al igual que las librerías, que promovieron la lectura como una alternativa de regalo valiosa y duradera. Sin embargo, el gran ganador de la jornada, además de los chicos, fue el sector gastronómico. Al mediodía, los restaurantes y parrillas del barrio estaban repletos de familias. Conseguir una mesa sin reserva previa fue una tarea imposible. Los menús infantiles fueron la estrella de las comandas y las heladerías y casas de waffles se convirtieron en la parada obligada para la merienda.
La celebración del Día de las Infancias funcionó como un termómetro social y económico. Demostró que, a pesar de la cautela, existe una demanda contenida dispuesta a activarse en fechas especiales. Para el comercio de Palermo, significó un impulso vital, una inyección de optimismo y de liquidez que ayuda a sobrellevar la dureza del año. Fue una jornada donde, por unas horas, la alegría de los más chicos pareció poner en pausa las preocupaciones de los grandes, llenando el barrio de risas, juegos y un muy necesitado espíritu de celebración.
