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La lucha contra el mosquito se intensifica en Palermo con el calor y las lluvias de verano

El verano no solo trae altas temperaturas, sino también la proliferación del Aedes aegypti, el mosquito transmisor del dengue, zika y chikungunya. En un barrio como Palermo, con sus numerosos patios, balcones y jardines, la prevención se vuelve una tarea fundamental y una responsabilidad compartida entre el Estado y los vecinos para evitar un brote.
El zumbido, casi imperceptible pero insistente, se ha vuelto una compañía habitual de las noches de verano. La combinación de calor y lluvias esporádicas ha creado el caldo de cultivo perfecto para la reproducción del mosquito Aedes aegypti, y la preocupación por un posible brote de dengue crece en toda la ciudad. En Palermo, una zona densamente poblada y con una gran cantidad de espacios al aire libre privados, la prevención y la concientización son las herramientas más eficaces para combatir a un enemigo pequeño pero peligroso. La lucha contra el mosquito no se libra solo con fumigaciones, sino principalmente en el interior de cada hogar.
A diferencia de otros mosquitos, el Aedes aegypti es domiciliario. Sus criaderos no son los grandes lagos de los parques, sino los pequeños recipientes con agua estancada que se encuentran en las casas: platos debajo de las macetas, bebederos de mascotas, floreros, botellas vacías o cualquier objeto que pueda acumular agua en un patio o balcón. Es por eso que la principal estrategia de prevención es el “descacharreo”, es decir, la eliminación de todos estos posibles criaderos. El Gobierno de la Ciudad realiza campañas informativas constantes, pero la responsabilidad final recae en cada vecino. “Recorremos el edificio y siempre encontramos agua estancada en las macetas de los balcones. La gente se olvida o no le da importancia, pero un solo balcón con un criadero puede afectar a todo el edificio y a los vecinos de la cuadra”, explica el encargado de un edificio en la zona de Plaza Güemes.
Las autoridades sanitarias del GCBA, a través de los Centros de Salud y Acción Comunitaria (CESAC), refuerzan las tareas de prevención en el barrio. Se realizan operativos de concientización, se entregan folletos informativos y se atienden las consultas de los vecinos. La fumigación, si bien es una medida visible y a menudo reclamada por la gente, tiene una efectividad limitada. Solo mata a los mosquitos adultos que están volando en ese momento, pero no elimina las larvas y los huevos que se encuentran en el agua. Por eso, los expertos insisten en que la fumigación es una medida de control complementaria que se utiliza principalmente en situaciones de brote confirmado, para bloquear la transmisión, pero que la clave sigue siendo la eliminación de los criaderos.
Los síntomas del dengue –fiebre alta, dolor de cabeza intenso, dolor detrás de los ojos, dolores musculares y articulares, y sarpullido– deben ser motivo de consulta médica inmediata, evitando siempre la automedicación con aspirinas o ibuprofeno, ya que pueden agravar el cuadro. En un barrio con tanto movimiento de gente y turismo como Palermo, el riesgo de que una persona infectada ingrese y sea picada por un mosquito local, iniciando así un ciclo de transmisión, es una posibilidad real. La lucha contra el dengue es una responsabilidad colectiva que exige un compromiso constante durante todo el verano. La prevención, en este caso más que nunca, es la mejor herramienta para disfrutar de un verano saludable y sin sobresaltos.
