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“María es Callas”: el alma de la diva resuena en una obra íntima en el San Martín

El telón del Centro Cultural San Martín se abre esta semana para dar paso a una de las figuras más icónicas de la historia de la ópera. Pero no se trata de una biopic tradicional ni de una cronología con grandes fechas. “María es Callas”, escrita por Adriana Tursi y dirigida por Tatiana Santana, es una obra que bucea en la fragilidad de la mujer detrás del mito, en la intimidad de una artista que fue devorada por su propia leyenda.
La pieza sube a escena este viernes a las 20 h en la sala Enrique Muiño del Centro Cultural San Martín, un espacio emblemático de la escena porteña al que también se acercan muchos vecinos de Palermo. A pesar de no estar dentro de la Comuna 14, su cercanía con el barrio y la conexión con las líneas de subte y colectivos hace que sea uno de los centros culturales más frecuentados por palermitanos que buscan propuestas teatrales potentes a precios accesibles.
La puesta es austera pero eficaz: una silla, una valija, una tela, algunos objetos simbólicos. Todo gira en torno a la actriz que interpreta a María Callas, quien en escena narra, recuerda, duda, se enoja, canta, se entrega. La obra no es lineal. Se mueve entre monólogos, evocaciones, grabaciones de época y momentos en que la protagonista se funde con la artista original, sin imitaciones, pero con una entrega emocional total.
El texto de Adriana Tursi toma fragmentos de entrevistas, cartas, anotaciones y recuerdos de Callas. No hay referencias excesivas al jet set, a Onassis o a la rivalidad con Renata Tebaldi. Lo que se despliega es el mundo interno de una mujer nacida en el Bronx, formada en Grecia, y consagrada en los grandes teatros del mundo, pero marcada por la sensación constante de vacío. “Nadie me quiso por mí”, dice el personaje en un pasaje, con una voz quebrada que cala hondo en el público.
Tatiana Santana, la directora, comenta en una entrevista posterior que su intención es mostrar a Callas “no como ícono, sino como cuerpo que recuerda”. Por eso el trabajo físico de la actriz es tan relevante. Cada gesto, cada pausa, cada desplazamiento construye sentido. No hay escenografía de lujo ni grandes cambios de vestuario. Hay tensión, respiración, texto. Y una actriz que, desde el primer minuto, habita a su personaje con compromiso y respeto.
La obra forma parte de la programación de Mecenazgo+, por lo que las entradas tienen precios accesibles y hay funciones con entrada libre para estudiantes y adultos mayores, con cupo limitado. Las funciones se repiten todos los martes a las 20 h y los domingos a las 17 h, por lo que el público tiene varias oportunidades de asistir.
Entre el público, se mezclan estudiantes de canto, docentes de literatura, vecinas que vienen del teatro independiente y gente que pasa por la puerta, lee el cartel y decide entrar. Al terminar la función, en el hall del San Martín se escucha un murmullo contenido, típico de las obras que golpean más por lo que dejan que por lo que muestran.
Palermo, si bien no es la sede de esta obra, respira su influencia. Muchos de los asistentes vienen desde allí. Algunos van caminando desde Plaza Italia, otros combinan el subte D y cruzan caminando desde la estación 9 de Julio. Los cafés del barrio reciben las conversaciones posteriores, los análisis de las actuaciones, las dudas sobre la historia real de Callas.
“María es Callas” no es una obra más. Es un retrato doloroso, poético y necesario sobre la exigencia, el talento, el sacrificio y la soledad que a veces acompaña a los grandes nombres del arte. Es una invitación a mirar más allá de las luces, a escuchar la voz cuando ya no canta, a comprender a la mujer que habitó un personaje hasta el límite.
Y, sobre todo, es una oportunidad para que el teatro vuelva a ser lo que siempre fue: un espacio donde el arte, la historia y la emoción se encuentran sin artificios. Una experiencia que, esta semana, se enciende desde el centro de la ciudad y resuena, también, en los rincones más atentos de Palermo.
