Actualidad y Comunidad
Palermo: Vecinos exigen mayor seguridad tras ola de robos

El barrio de Palermo vivió una seguidilla de episodios delictivos que volvió a poner en agenda la preocupación vecinal por la falta de seguridad. Robos a plena luz del día, delincuentes escalando edificios y una ausencia notoria de patrullajes nocturnos generaron malestar en una comunidad que hace tiempo advierte sobre la vulnerabilidad de ciertas zonas del barrio.
Uno de los casos que más conmocionó fue el asesinato de un ingeniero civil, apuñalado en el pecho durante un intento de robo en inmediaciones de la Plaza Sicilia. La víctima alcanzó a caminar unos metros tras el ataque para pedir ayuda en una heladería de la zona, pero falleció minutos después como consecuencia de la herida. Este hecho encendió la alarma en un área muy transitada por familias, corredores y turistas, habitualmente considerada segura.
Ese mismo día, vecinos reportaron en grupos barriales al menos tres asaltos más en un radio de pocas cuadras. En todos los casos, los delincuentes actuaron en moto y armados, seleccionando a sus víctimas al azar, mayormente personas que caminaban solas o con bolsos. Las imágenes de cámaras de seguridad privadas permitieron reconstruir parte del recorrido de los atacantes, pero al cierre de la jornada no se reportaron detenciones.
Días después, la modalidad de robo conocida como “hombre araña” volvió a hacerse presente. Dos individuos fueron capturados por la policía mientras descendían por los cables de telefonía desde el piso 12 de un edificio ubicado sobre la Avenida del Libertador. Los detenidos contaban con herramientas de corte, sogas y guantes, y habían logrado ingresar a dos departamentos por los balcones, aprovechando la ausencia de sus propietarios.
Además, se denunció el robo simultáneo en tres departamentos ubicados en un mismo piso de un edificio sobre la calle Fray Justo Santa María de Oro. Los delincuentes ingresaron durante el fin de semana sin forzar la puerta principal del inmueble. Las víctimas notaron la ausencia de objetos de valor recién al regresar a sus hogares el lunes por la mañana. El hecho generó fuertes críticas hacia la administración del edificio y puso en evidencia la facilidad con la que se puede vulnerar un acceso colectivo sin vigilancia activa.
Otro factor que sumó inquietud fue el estado de algunas plazas y pasajes del barrio que permanecen mal iluminados. Vecinos de la zona de Plaza Sicilia y del Jardín Botánico reclamaron públicamente que ciertas áreas se convierten en “bocas de lobo” durante la noche. Faroles apagados o tapados por la vegetación, y sectores sin cobertura policial fija, son parte del escenario que —según denuncian— favorece la circulación delictiva.
Frente a estos episodios, residentes de distintas zonas de Palermo comenzaron a coordinar acciones conjuntas para solicitar medidas concretas al Gobierno porteño. Entre los pedidos se destacan el aumento de patrullajes en horarios clave, la instalación de cámaras en puntos ciegos, la poda urgente de árboles que obstruyen luminarias y la presencia de policías a pie en plazas y zonas comerciales.
Algunos comerciantes también se sumaron al reclamo. Dueños de bares, heladerías y locales gastronómicos de las calles Honduras, Borges y Costa Rica coincidieron en que la inseguridad afecta la vida nocturna y la afluencia de clientes. “No se trata solo de los robos, sino del miedo que empieza a correrse entre la gente”, expresó uno de ellos.
En paralelo, grupos de vecinos organizaron reuniones abiertas para visibilizar la situación y sumar firmas para presentar ante la Comuna 14. Aunque en otras ocasiones los encuentros quedaron en buenas intenciones, esta vez la sucesión de casos parece haber motivado una respuesta más firme.
Si bien desde el Ministerio de Seguridad se prometieron refuerzos, al momento no se observaron cambios significativos en la dinámica cotidiana. Palermo, uno de los barrios más vibrantes y transitados de la ciudad, quedó atravesado por un clima de tensión que contrasta con su habitual postal de cafés al aire libre, parques verdes y veredas concurridas.
El malestar es evidente y las respuestas, por ahora, llegan tarde. Los vecinos insisten en que la seguridad no puede esperar a que el delito vuelva a golpear con más fuerza. Esta vez, el reclamo busca transformarse en acción concreta.
