Agenda y Eventos
Semana Santa en el Jardín Japonés: tradición y serenidad junto al estanque
Durante la Semana Santa, el Jardín Japonés de Palermo ofreció a vecinos y turistas una alternativa diferente para celebrar estos días especiales.

Del 6 al 9 de abril, el espacio organizó una programación especial que combinó actividades artísticas, tradiciones japonesas y momentos de contemplación en un entorno natural único.
Desde temprano, el Jardín recibió visitantes de todas las edades. Familias, parejas, adultos mayores y grupos de amigos recorrieron los senderos rodeados de cerezos, sauces y estanques repletos de carpas koi. La propuesta de Semana Santa apuntó a la conexión espiritual desde una perspectiva cultural distinta, poniendo el foco en el respeto por la naturaleza, la introspección y el encuentro pacífico.
Uno de los atractivos principales fue el taller de origami, donde los asistentes aprendieron a realizar figuras emblemáticas como la grulla, símbolo de paz, y el conejo, asociado a la fertilidad y la esperanza. Cada creación podía ser llevada como recuerdo o colgada de los árboles designados, formando un sendero de deseos que acompañaba el recorrido principal.
En paralelo, se realizaron demostraciones de caligrafía japonesa (shodo), donde los visitantes experimentaron el arte de escribir caracteres con pincel y tinta. La actividad invitaba a trabajar la concentración y el fluir natural del cuerpo, transmitiendo la esencia del idioma japonés más allá de las palabras.
El escenario montado junto al puente curvo fue el centro de varios espectáculos. Los shows de taiko —los tradicionales tambores japoneses— impactaron al público por su potencia rítmica y coordinación grupal. Cada golpe resonaba en todo el parque, generando una atmósfera vibrante y profunda que conectaba con la raíz espiritual de esta expresión milenaria.
Otra propuesta que atrajo a muchos fue la demostración de aikido. En la explanada principal, maestros y alumnos ofrecieron una exhibición de este arte marcial que prioriza la defensa personal sin agresión, transmitiendo valores como la armonía, el respeto y el equilibrio interior. Las técnicas de caída, los movimientos circulares y las proyecciones suaves cautivaron tanto a aficionados como a curiosos.
Durante toda la jornada, en diferentes rincones del Jardín, se ofrecieron degustaciones de té verde matcha, mochi tradicionales y pastelitos japoneses. Los espacios gastronómicos prepararon menús especiales para Semana Santa, destacando ingredientes nobles como el arroz, el pescado y las verduras de estación. Todo servido en vajilla biodegradable, en línea con el compromiso ambiental del predio.
Los niños tuvieron su lugar especial en la zona del Bosque de los Bonsáis. Allí pudieron participar en talleres de pintura de huevos decorativos con motivos japoneses, mezclando así la tradición occidental de Pascua con la estética oriental. También hubo búsquedas del tesoro temáticas, donde los más pequeños recorrieron el parque resolviendo acertijos relacionados con la cultura nipona.
El Jardín Japonés reforzó además su propuesta de visitas guiadas. Cada hora, guías especializados ofrecieron recorridos gratuitos donde se explicaban las especies de plantas presentes, las leyendas detrás de los puentes, los significados de las construcciones y la historia del Jardín como símbolo de hermandad entre Japón y Argentina.
Al caer la tarde, los faroles se encendieron y el ambiente adquirió un tinte mágico. Se ofrecieron lecturas de haikus clásicos y sesiones de meditación guiada junto al lago. Bajo los primeros colores del atardecer, las personas se sentaban en silencio, respirando profundamente, cerrando los ojos y conectándose con el entorno en una experiencia sensorial plena.
El éxito de la propuesta se reflejó en los comentarios de quienes participaron: muchos destacaron que era “la mejor forma de vivir la Semana Santa en la ciudad”, agradeciendo un espacio que permitiera combinar arte, naturaleza, reflexión y celebración de una manera respetuosa y abierta a todas las edades.
El Jardín Japonés reafirmó así su rol no solo como pulmón verde de Palermo, sino como un espacio de encuentro multicultural, donde la belleza, el arte y el respeto mutuo son protagonistas. Y en un mundo que muchas veces corre demasiado rápido, estos días de pausa, contemplación y celebración fueron un recordatorio valioso de todo lo que la naturaleza y la cultura pueden ofrecernos cuando abrimos los sentidos.
